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José Antonio Meade es el personaje que prácticamente estará en la boleta por la alianza que forme el Partido Revolucionario Institucional para la presidencia de México. Es un ingrediente interesante que para bien y para mal representa la continuidad y experiencia en los gobiernos de los últimos doce años.

Meade ha ocupado 2 veces la Secretaría de Hacienda, estuvo involucrado en el aumento de impuestos, en la aprobación de los aumentos oficiales al salario mínimo, en aplicar los gasolinazos y las reformas en el pago de impuestos. José Antonio presume de sus orígenes humildes de clase media que ha crecido en el servicio público, primero por el Partido Acción Nacional con el presidente Felipe Calderón y durante casi 6 años con Enrique Peña Nieto.

“Soy lo que ven y lo que he sido siempre”, presume Meade.

Lo bueno, es la continuidad. Luego de pasar por la Secretaría de Hacienda, Desarrollo Social, Relaciones Exteriores y Energía, Meade podría representar la experiencia que se exige para dar resultados y conocer problemas de raíz y los sistemas administrativos para lograr soluciones.

Lo malo: las formas, el apoyo o la aprobación por designación sin un proceso democrático convencional hace sospechar que el PRI hizo valer sus tradicionales prácticas. Meade se tendrá que enfrentar a los priístas que siguen buscando la oportunidad de contender y que extrañamente exigieron un sistema democrático, cuando nunca han vivido uno dentro de su partido.

Lo extraño, es que la principal falla de la democracia es que termina siendo un concurso de popularidad y no de capacidades. El sistema de elección del PRI ha sido de designación entre una cúpula de poder, que podríamos pensar que evalúan caprichos, capacidades, alcances y oportunidades y extrañamente encontraron en un NO militante la oportunidad ideal de la continuidad.

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Meade no se cansará de presumir que no milita en ningún partido político, pues así tratarán de compensar y contrarrestar discurso a los independientes. José Antonio será sometido a evaluaciones e investigaciones independientes por actos de corrupción, pero el camino real para atacarlo será la impunidad no la corrupción, pues durante su gestión en hacienda se hizo poco contra el lavado de dinero, con el aumento de impuestos y una supuesta estabilidad económica que ha dejado a México con un alza en el salario mínimo de 20% durante el último sexenio pero con un poder adquisitivo debilitado en más del 30%.

 

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