Finaliar el Tratado de Libre Comercio, el TLCAN es el riesgo para México derivado de la Guerra Comercial de Estados Unidos supera los escenarios económicos para extender su influencia hasta el dominio de las relaciones internacionales, la globalización y la política interna, advierten los investigadores del Colegio de la Frontera Norte.
En las elecciones intermedias de noviembre podría ser el fin del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), pues la guerra comercial constituye una violación flagrante de los principios que guían el acuerdo comercial. Y es que los países se comprometen a conceder recíprocamente el mejor de los tratos, el trato nacional, de nación más favorecida y el mejor de los tratos en las relaciones comerciales entre las partes firmantes. Si después del anuncio de la determinación unilateral hecho por la Casa Blanca en marzo pasado, al que siguió después la aplicación de la medida para los principales exportadores de acero y aluminio, y más tarde el anuncio de la exención de los socios del TLCAN, era el reconocimiento de la validez de los principios de política comercial acordados en 1993; ahora, la contundencia de la aplicación unilateral y generalizada de los aranceles anuncia el desconocimiento o fin de todo acuerdo comercial y abre el camino para una guerra comercial mundial.
El riesgo para México proviene no solo de la posibilidad de reducir sus exportaciones hacia este país, con los impactos previstos en toda la cadena productiva de acero y aluminio, que en 2016 reportaron un valor de 2,150 miles de millones de dólares, sino la amenaza de que el cierre del mercado norteamericano pueda provocar una mayor sobreoferta de productos en el mercado mundial y el comercio pueda desviarse hacia México.
El comercio de acero entre México y Estados Unidos ascendió en el 2016 a 6,181 millones de dólares, que representó menos del 1% del total de bienes y servicios comerciados entre ambos países. Desde 2005, el comercio en este producto favorece a los Estados Unidos, con quien México mantiene un déficit comercial que en el caso del acero ascendió a 1,880 millones de dólares en ese año, de acuerdo con cifras de UNCTAD. México no es autosuficiente en materia de acero y debe completar la oferta interna con importaciones.
México exporta hierro y acero en lingotes o en forma primaria, su mayor intercambio, sin embargo, es en tubos de hierro y acero, e importa sobre todo productos laminados con aleación de acero que, por sí solo, representa una cuarta parta del total de las importaciones.
El comercio intraindustrial en equilibrio, como en productos laminados sin aleación, el mismo de tubos y perfiles de hierro y acero –el principal renglón de exportaciones de México—pero en el resto dicho comercio es ampliamente favorable a Estados Unidos.
Un primer efecto de fijar un arancel unilateral a las exportaciones de México es disminuir la cantidad exportada y aumentar el déficit comercial. Con el impuesto al 25%, las exportaciones mexicanas podrían contraerse hasta 1,720 millones de dólares con lo cual el déficit comercial se incrementaría en 23%, pasando de 1,880 a 2,310 millones de dólares. Con la represalia adoptada por México fijando un arancel equivalente a algunos de los productos importados de ese país, la situación puede regresar a otra solución de equilibrio, pero el déficit comercial de México se mantendría, incluso podría incrementarse.
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En aluminio el valor del comercio es apenas una tercera parte de lo intercambiado en hierro y acero, sin embargo, el déficit comercial de México es todavía más abultado.
En 2015 el déficit comercial en aluminio superó los 2 mil millones de dólares, pero en 2016 bajó de esa cifra para sumar 1,965 millones. Esto se debe a que el país exhibe una debilidad productiva en aluminio que hace que sus exportaciones al país del Norte hayan superado apenas los 200 millones de dólares en 2016.