La mayoría de la población presenta trastornos del sueño al menos una vez en su vida; para la mayoría de la gente estos trastornos no tienen mayor importancia. Sin embargo, algunos adultos padecen una alteración del sueño crónica.
El sueño se divide en dos etapas, la de movimientos oculares rápidos y desincronizados; y la de movimientos oculares lentos sincronizados. La mayoría de los adultos duerme de siete a ocho horas cada noche, en tanto, los niños pequeños y las personas de la tercera edad con frecuencia presentan interrupciones.
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El insomnio se define como la falta de sueño apropiado; puede consistir en dificultades para conciliar el sueño, despertares frecuentes y somnolencia durante el día.
Cuando el insomnio es de larga duración se requiere una evaluación por parte de médicos especialistas. Aunque en la mayoría de los pacientes con insomnio crónico no se observa alguna alteración en la apariencia, es importante descartar algunos factores que lo pueden propiciar, como situaciones estresantes, depresión, enfermedades crónicas o dependencia de fármacos, drogas y alcohol.
El insomnio debe ser tratado inicialmente mediante la corrección de malos hábitos para dormir, como: ruidos y luces en la alcoba que interfieren con el sueño, al igual que un compañero de cama que tiene frecuentes movimientos de las piernas o que ronca fuertemente.
En caso de que el insomnio persista, puede ser necesario utilizar medicamentos que inducen el sueño, comúnmente llamados hipnóticos, sedantes, tranquilizantes o píldoras para dormir deben emplearse como último recurso y únicamente pueden ser prescritos por médicos especialistas y después de un minucioso análisis del caso, actividades y las condiciones de salud del paciente.
Para evitar el insomnio, se recomienda establecer una hora regular para acostarse, comer, estudiar u otras actividades; suspender el consumo de cafeína por lo menos ocho horas antes de acostarse e igualmente es recomendable no fumar, ya que la nicotina es un estimulante; ver televisión, leer, tomar un baño o escuchar música suave antes de dormir, pues son actividades relajantes.
También, tomar un refrigerio antes de acostarse ayuda a muchas personas; alimentos como la leche tibia o la carne de pavo contienen un inductor natural al sueño.
Para recibir el tratamiento adecuado en caso de que el insomnio se convierta en crónico o se generen molestias adicionales como dolor torácico o dificultad respiratoria.