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Fresca
2.4Nota Final
Guion
Historia
Ritmo
Actuación
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Para satisfacer el apetitito de aventura en un futuro distópico en el que un meteorito amenaza al planeta, la aventura 12 horas para el fin del mundo resulta una refrescante película, para empezar porque se trata de una película rusa, en el que se nota otro estilo de contar historias, tanto en la dirección como en la variedad de rostros. Resulta una buena alternativa a la moda que mantiene Hollywood en los cines y en las plataformas digitales.

12 horas para el fin del mundo, nos cuenta la relación entre padre e hija. Lera Arabova, interpretada por Veronika Ustimova, es una joven que vive enojada con su padre, el astronauta Arabov, interpretado por Anatonliy Belyy, que se encuentra en una misión en el espacio mientras que ella debe vivir con su madre y su padrastro. Una serie de meteoritos sorprenden a los astronautas rusos y amenazan con caer en la Tierra y destruir el puerto ruso de Vladivostok. Arabov utilizará la tecnología para ayudar a su hija Lera a escapar de la zona cero y de los destrozos que causará el impacto de los meteoritos.

La película es una mezcla de road trip, en esta búsqueda de llegar a un lugar a salvo de los meteoritos. Es una aventura predecible y hasta entrañable, porque el guion es muy parecido a La Guerra de los Mundos protagonizada por Tom Cruise en 2005 y Armageddon, por Bruce Willis en 1998. Pero adaptado a una cultura rusa con valores universales la hace una trama fresca, interesante y comprometida con el entretenimiento.

La dirección de Dimitriy Kiselev resulta una visión atractiva en una disciplina entrenada en proyectos apocalípticos y de acción. Los guionistas Timofei Dekin, Ekaterina Mavromatis y Sergey Kaluzhanov logran incorporar la tecnología y la ciencia ficción en una exageración creíble que hace que durante dos horas nos emocionemos con la convención de reglas en las que un astronauta ruso puede manipular toda tecnología en la tierra con tal de cuidar y comunicarse con su hija a la que abandonó desde niña, pero con quien quiere sostener una comunicación estrecha desde el espacio.

Un poco no habla del perdón, de privilegiar la vida, de la discapacidad, de enfrentar los traumas y de no huir de los conflictos, sino enfrentarlos con la perspectiva de solucionarlos.

La fotografía es interesante. La recreación de la estación espacial, la combinación de la tecnología actual con gráficos al estilo de Star Wars resulta familiar, atractiva y verosímil para acompañar toda la aventura.

Al verla, sabrán que los conflictos son predecibles, ridículos pero a la vez tan refrescantes de ver rostros nuevos, actuaciones diferentes y reconocer que los rusos pueden salvar al mundo aunque en el camino hagan algunos sacrificios.

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