Un gran documental que nos muestra lo repugnante que pueden resultar los juegos por el poder, es lo que vemos en el Show, crónica de un asesinato: el caso del ataque contra Paco Stanley. Es un material con el que la plataforma de Televisa Univisión: VIX se puso en tendencia por primera vez en su historia. Probablemente es una muestra de lo que pueden proponer: series más interesantes que el melodrama.
El Show inicia el 7 de junio de 1999 con la muerte del conductor de entretenimiento: Francisco “Paco” Stanley, al salir del restaurante El Charco de las Ranas, durante un ataque armado directo. Los amigos, jefes, personajes cercanos, los implicados en el juicio y analistas del entretenimiento ayudan a recrear, dimensionar y comprender el impacto de la muerte de Stanley y sus repercusiones sociales, culturales y políticas, dejando pendiente la identidad del autor intelectual y las causas del fatal e intrigante desenlace.
El documentalista Diego Osorno nos demuestra sus habilidades técnicas para elaborar una historia y seleccionar material. En quince meses tuvo el acceso a la videoteca de Televisa y de Azteca para recuperar momentos como cuando a Mario Bezares se le cae un pequeño paquete blanco, del que se sospecha que se trataba de cocaína. También del momento en los estudios de Televisa en el que le manda saludos a Ismael “Mayo” Zambada, líder del cártel de Sinaloa.
La edición, el ritmo y algunas revelaciones provocarán la melancolía necesaria para transportarnos en el tiempo y espacio de cambios significativos culturales y políticos, como el inicio de la izquierda en el gobierno de la Ciudad de México con Cuauhtémoc Cárdenas por el Partido de la Revolución Democrática; de la competencia entre las televisoras y el poder fáctico del narcotráfico. Todo glaseado por la impunidad y la torpeza en las investigaciones del procurador Samuel Del Villar.
El show nos retrata a un Paco Stanley más completo: sus orígenes humildes, sus aspiraciones políticas, su paso por una candidatura por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), sus mensajes políticos durante programas de concursos, sus problemas de adicciones, conflictos con amigos por conquistar mujeres, acoso sexual y depresión.
A destacar, las declaraciones de Benito Castro, amigo de Paco, que admite el problema de las adicciones, de la distribución de droga en Televisa y las libertades que gozaba Stanley mientras mantuviera las ganancias publicitarias.
De Bezares, que toda la vida ha mantenido la versión de negar sus problemas con las sustancias prohibidas y negocios al margen de la Ley con socios delicados como Amado Carrillo, “el señor de los cielos”.
La senadora Lily Tellez, ex conductora de Azteca, confirma que atacar al gobierno del PRD había sido “un encargo” y ahí cobró sentido la mezquina lucha de las televisoras y el desdén con el que Ricardo Salinas Pliego hace gala de su gordofobia al minimizar la muerte de Stanley y llamarlo “el gordo ese”.
Osorno, pierde la oportunidad de cuestionar el poder e influencia del narcotráfico en las televisoras y el mundo del espectáculo y nunca cuestiona a Emilio Azcárraga Jean ni a Salinas Pliego. Diego optó por dedicarle valiosos minutos en el cuarto episodio a José Manuel “Chumel” Torres, Sofía Niño de Rivera en analizar la figura del Patiño en la comedia; y a la difusión de rumores de Alfredo Adame.
En general, un buen documental, morboso que aporta pocos elementos nuevos y reúne muchas voces, vale la pena invertir 28 pesos en VIX solo por un mes. Y esperar a que Televisa y Univisión den más libertades en la creatividad y pensamiento para mejores propuestas en la competencia del streaming en la que Netflix tambalea.