Decir “el INE no se toca” no significa que sea un organismo perfecto, pero sí que es uno que a prueba y error costó años que hoy en día nos asegure elecciones sin fraude en su organización. “Durante los últimos ocho años, el INE ha realizado 320 elecciones con cero conflictos poselectorales, es decir, sin fraudes”.

El verdadero fraude se hace condicionando el voto o asegurándolo con los apoyos sociales, recibiendo dinero ilícito, haciendo movilizaciones masivas el día de las elecciones, comprando votos, incentivando miedo en las personas en salir a votar destruyendo casillas y secuestrando o matando candidatos, y eso, no lo hace el INE. El INE sí debe de reformarse, porque como cualquier otra institución tiene muchas áreas de mejora, y sí se toca, pero para fortalecerlo, no para cumplir caprichos personales.

Quienes hemos participado en elecciones nos queda claro que el INE tiene qué mejorar, pero las mejoras no se hacen debilitando. El famoso “plan B” de la reforma electoral que pretenden realizar en los próximos días afecta directamente en cinco puntos: la debida instalación de las casillas, la seguridad de nuestros datos personales, eficiencia y certeza en el conteo de los votos, menos piso parejo entre las candidaturas y la capacitación del árbitro, de quien organiza las elecciones.

El domingo 26 de febrero se hará una segunda marcha nacional en desacuerdo con este “plan B», y para muchos no ha quedado claro que defender al INE no significa defender sus errores, sino defender lo que por años ha costado lo que hoy representa. Ni es a favor de Lorenzo Córdoba, ni en contra de López Obrador, insisten en ponerle nombres sólo para justificar su falta de argumentos.

Es muy fácil pensar y reaccionar con el estómago pensando que todos los fraudes que sí se cometieron hace muchos años, se siguen cometiendo ahorita sólo porque algunos que ya están en el poder saben que no están haciendo las cosas bien y ya no se les acomoda que el piso sea parejo y las personas tengamos el total poder de decisión.

Aunque no les gusta aceptarlo, los políticos van y vienen, crean sus burbujas de fantasía pero sus puestos tienen fecha de caducidad. Las que nos quedamos viviendo en la realidad que nos dejan sus acciones somos las personas y las instituciones, así que depende de nosotras si seguimos el jueguito de quienes nada más están por un rato, o nos empezamos a preocupar porque se hagan las cosas en beneficio de todas, y no sólo de caprichos de unos cuántos.

Nos vemos el domingo 26 de febrero, no para defender ni atacar a personajes, pero sí para defender y recordarles que el derecho de decisión y la capacidad de quitar y poner es de nosotras, es de todas las personas.

Comentarios