El asma es una enfermedad inflamatoria crónica de la vía aérea, que induce a un aumento de la hiperreactividad bronquial, que provoca episodios recurrentes de sibilancias, disnea, opresión torácica y tos, particularmente por la noche o temprano por la mañana.
Existe un alto riesgo de que el niño pueda desarrollar asma cuando se encuentra expuesto a elementos que puedan provocar una reacción alérgica como las mascotas, el polvo, polen o humo.
Si las infecciones virales son recurrentes es posible que el niño pueda padecer dermatitis atópica o rinitis alérgica. El riesgo aumenta si hay antecedentes familiares de alergias o hubo abandono precoz de la lactancia materna.
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Los síntomas que puede presentar el niño y que se relacionan con el asma son ruidos al respirar, tos, falta de aire y silbidos; accesos de tos prolongados, sobre todo nocturnos; malestar general, catarros de repetición que tardan mucho en curar y cansancio físico.
Medidas de prevención de asma.
Cuando los niños están pequeños se debe extremar la higiene y evitar el contacto con mascotas sucias. La higiene va en la casa y en el aseo a los animales, al menos una vez a la semana y no permitir que entre al dormitorio del niño. Se debe considerar que los peluches en la cama guardan polvo al igual que productos que contengan plumas como almohadas y cojines; lavar todas las sábanas y las cobijas una vez a la semana en agua caliente.
Se recomienda retirar del hogar las alfombras y cortinas; procurar que el niño consuma abundantes frutas y vegetales, ya que estos alimentos son capaces de mejorar la función del sistema inmunológico de los pequeños, incluir en la dieta de los niños alimentos bajos en grasa y no fumar.
Ante cualquier signo o síntoma de obstrucción respiratoria en los pequeños, y acudir a su unidad médica de adscripción para su valoración.