Siempre será una sorpresa ver una película diferente a su promoción y El Maligno es uno de esos fenómenos. Aunque hay sorpresas buenas y malas, la de El Maligno resulta satisfactoria, no es una película de terror aunque tiene algunas escenas de susto que aprecian en el material promocional. La historia realmente es un thriller violento y policíaco con motivos esotéricos que plantean la reencarnación.
El Maligno es la historia de Edward Starka, interpretado por Paul Fateux, un feminicida en serie que murió y su espíritu toma posesión del cuerpo Miles Bume, interpretado por Jackson Robert Scott. Edward luchará por dominar el cuerpo de Miles y de cumplir sus deseos violentos en su pasada vida. La madre de Miles, Sarah Bume, interpretada por Taylor Schilling, tratará de salvar a su hijo y buscará alternativas medicinales y esotéricas para encontrar la verdad y así luchar con el espíritu que domina el cuerpo de su hijo.
Aunque tiene ingredientes similares a las películas de terror, Nicholas McCarthy trató de darle más profundidad a los personajes, motivos más claros que el promedio de las películas de terror. La historia tiene pocas escenas de terror y creó ambientes de gran suspenso con motivos de película policíaca.
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A destacar la actuación del niño Jackson Robert que interpreta a Miles y de Taylor Schilling que la reconocemos en sus papeles en Argo y en Orange is the New Black. El ritmo de la película es ágil y aunque la historia es una interesante propuesta, el error es el guión, con escenas forzadas en crear suspenso, otras obvias para provocar reacciones en el público. En general, la película funciona pero tenía posibilidades de ser un referente en el género.
El Maligno es una sorpresa, se promueve como película de terror cuando realmente trata de ser un buen suspenso que se ve estropeado por debilidades en el guión en algunas escenas y por la actuación de un par de personajes que reaccionan poco creíble. De hecho, me recordó a Chucky, pues el argumento es corromper la inocencia de un niño.