“Y vivieron felices para siempre” esa frase la aprendimos en la infancia. Y sobre todo la creímos por mucho tiempo. Nos hicieron creer que al encontrar pareja seríamos felices por siempre. Pasan los años, vamos creciendo y estamos en la búsqueda de esa persona que nos permitirá ahora sí sentirnos plenos. Meditando en ello no puedo evitar pensar en lo absurdo y peligroso de este concepto.

En primera considero injusto que pongamos tanta presión en otro ser humano pues cuando llega a nuestra vida ( si es que lo hace) estamos pensando que él o ella vendrá a completarnos y a darnos ese grado de felicidad que tanto hemos esperado.

Si no llega sentimos que hemos fracasado y que nunca seremos verdaderamente felices, y ahí reside lo peligroso del asunto pues estamos condicionando nuestra plenitud a tener o no una pareja. Por si esto fuera poco y debido a esta idea errónea del “felices para siempre” tenemos una expectativa irreal de la vida en pareja, una donde nunca habrá discusiones, nadie cometerá errores que hieran al otro y ambos serán perfectos. Nada mas lejos de la realidad.

Como madre, maestra y escritora quisiera contar las verdaderas historias de amor, y hacerle ver a los jóvenes que el amor no es como lo pintan. El esposo cuidando a su esposa enferma, la madre sin dormir cuando sus hijos tienen fiebre, la pareja que no tiene para salir a restaurantes, pero es igual de feliz comiendo quesadillas en casa.  

Esas son verdaderas historias de amor, pero no son felices por siempre. Quisiera decirles que el único amor perfecto es el que Dios nos tiene; y que el amor entre pareja dista mucho de los cuentos de hadas pues nosotros somos imperfectos y cometemos muchos errores.

También quisiera narrarles historias reales donde los protagonistas no esperaron a encontrar a nadie para ser felices: La mujer emprendedora y realizada, el chico dedicado a servir al prójimo o a viajar por el mundo, la amiga que se reinventó después de un divorcio.

Quiero pensar que al contar nuevas historias reprogramaremos los corazones de las generaciones que vienen y que les enseñaremos a buscar un amor más real y duradero entendiendo que nuestra felicidad no depende de otros sino de nosotros mismos.

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