Es una buena película infantil, podría ser una buena primera película de Disney para la infancia; pero es una realidad que Disney se quedó corto en la calidad y ambición de la película que celebraría los cien años de historia de la compañía. Parece que, en este siglo de historias, los nuevos directores y guionistas han olvidado lo que hacían bien los estudios de animación de Walt Disney: contar historias. Aunque Wish no es mala, hay huecos argumentales y paradojas que debilitan la trama.
Wish es la historia de Asha, una joven que sueña con ser la aprendiz del Rey Magnífico, el mago que fundó el reino de Rosas y que lo gobierna sometiendo a quienes migran o cumplen 18 años, al pedirles que “voluntariamente” le entreguen su mayor deseo, así lo olvidarán y no vivirán con el pesar o frustración de que nunca se cumpla. Asha quiere ser aprendiz pensando que así ayudaría a su abuelo Sabino a cumplir su sueño en el marco de su cumpleaños 100, pero al intentar pedir el favor a Magnífico se decepciona al descubrir su narcisismo. Es así como Asha pide la ayuda de las estrellas, del cielo baja una y crea un descontrol en el reino que provoca el delirio de persecución de Magnífico.
Empezando con lo bueno, Disney entrega una combinación de estilos de animación que van desde el ultrarrealismo, la acuarela, la segunda dimensión con la tercera y texturas novedosas. Lamentablemente llegó tarde a lo que Sony ha usado en más de tres películas y que Dreamworks exploró con Gato con Botas. El estilo obedece más a la competencia que a una propuesta de Disney bajo la dirección de Chris Buck y Fawn Veerasunthorn.
La trama cuenta con referencias a los clásicos de Disney que el público maduro podemos agradecer. Hay momentos en los que se replican escenas de El Rey León, la risa de Jaffar de Aladdin, los destellos de Maléfica, al ratón de Cenicienta, la simpatía de Flounder, la comedia de Timón y Pumba, así como la compañía de Zazú y los reflejos de Enredados. Pero no son suficientes para celebrar el primer siglo de historia de Disney.
En la banda sonora, insisto que Disney no ha producido un disco completo memorable como lo ocurrido en La Sirenita o El Rey León, incluso en la primera de entrega de Toy Story. La única canción que destaca y que podría trascender es Soy una estrella. Otra vez Disney olvidó cómo se hace un musical con canciones memorables que la audiencia pueda recordar en su vida cotidiana, no solo como diálogos forzados.
La historia es bastante genérica, pareciera que ya la hemos visto. En su aniversario, Disney no se quiso arriesgar y nos presenta un conjunto de retazos de varias historias que se siente como un proyecto reciclado sin propuesta. Pero la tragedia está en el guion de Jennifer Lee y Allison Moore, que desarrollaron personajes con motivaciones ligeras, superficiales y sin justificación de sus acciones. Nunca sabemos la razón por la que Magnífico atrapa los deseos; en la misma película hay personajes que aseguran que los deseos cambian con el tiempo; no se sabe el porqué hay un personaje que cumple 100 años y logra moverse más rápido y remar con más fuerza que su nieta. Son detalles que sacan a cualquiera de la convención que plantea la historia.
Los mejores personajes, por mucho, son estrella y el becerrito parlanchín. Se llevan la película, son la catarsis y probablemente los únicos personajes con evolución y motivaciones claras.
En general, Wish confunde, tal vez sea para celebrar los 100 años de historia de Disney pero pensando en que es la cumbre de la creatividad de historias recicladas además de secuelas y precuelas de personajes que venden, sin pensar en la propuesta. Tal vez el mensaje es para las nuevas productoras, de que ha llegado el momento del relevo generacional y que el próximo Walt Disney no está en California.