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El sueño americano por lo regular se convierte en pesadilla, incluso llegando al destino deseado. “Quería hallar su propio camino” dice Magdalena Loredo (Mercedes Hernández), cuando le recuerdan que su hijo Jesús (Juan Jesús Varela) pudo quedarse en su pueblo y continuar con la vida tranquila y modesta que llevaba. Ella se despidió de él, con la esperanza de volverlo a ver y a fin de cumplir con esta esperanza,

Magdalena emprende su búsqueda. Con los pocos recursos de los que puede echar mano, viaja a la frontera y ahí se encuentra con otra madre desesperada, Olivia (Ana Laura Rodríguez), buscando lo mismo que ella. Se unen en su desesperación y esta le explica a Magadalena, que no sabe leer, el procedimiento legal en el que en caso de reconocer el cuerpo mutilado que le presentaron, dejarán de buscar a su hijo.

Magdalena continúa su recorrido, con angustia contenida, sin melodramas, firme en su convicción. Cualquier pista es válida, y recreando el recorrido de su hijo y su compañero Rigo (Armando García). Llega a una central de camiones y después a un albergue donde le dan referencia de Alberto Mateo (Manuel Campos), un señor que venía en el mismo transporte y fue golpeado. Este rastro la lleva a conocer a Miguel (David Illescas), un joven deportado que regresa a Ciénega, Michoacán, y aquí es en donde estas dos soledades convergen, formando un vínculo casi instantáneo – y sorpresivo para ambos – ya que tienen más en común de lo que se imaginaban, toda vez que él regresa a buscar a su madre sin éxito. El poblado se encuentra solo, incluso no hay transporte para llegar de forma directa al lugar, los grupos armados han espantado a todos, y los que se quedaron o trabajan para ellos o están esperando el momento de escapar.

“Sin Señas Particulares” es la ópera prima de la Fernanda Valadez, quien se convierte en la mujer orquesta, al escribir, producir, editar y dirigir esta historia con la colaboración de Astrid Rondero haciendo una gran mancuerna, tal como sucedió con “Los Días Más Oscuros de Nosotras” (2017) dirigida por Rondero. Se percibe un profundo respeto por la tragedia que se retrata y los elementos culturales de los personajes incluidos. El tono es casi documental, con una precisión en la forma del recorrido de la protagonista, dando un nuevo ángulo a este tipo de retratos, enfocándose en lo que ven los que tienen un largo recorrido: los pies y la espalda, situación enfatizada por el personaje de Miguel al decirle a Magdalena que “todos nos parecemos de espaldas”. Justo cuando parece que el recorrido de la protagonista tendrá un descanso al encontrarse con quien le puede aclarar el misterio sobre su hijo, es cuando tenemos los momentos más duros de la trama, con una recreación brutal de un hecho común y mayormente impune en México: las desapariciones forzadas. No hay tregua para nadie. Este es un testimonio firme de la voluntad de una madre, representada por Mercedes Hernández, quien está inmejorable en el papel de Magdalena. La película es un homenaje para esas incansables mujeres que no dejarán de hacer lo que sea necesario para tener respuestas, no importando que incluso el mismísimo Jesús se convierta en el diablo.

Reseña publicada originalmente en Pegado a la butaca de Alberto Villaescusa con motivo de la cobertura del Festival Internacional de Cine de Morelia 2020, donde “Sin Señas Particulares” recibió los premios a Mejor Largometraje Mexicano y Mejor Actriz para Mercedes Hernández.

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