Ernesto EslavaTurno Nocturno es el ejemplo claro de una mala película que tenía una buena premisa; es decir, la historia tenía potencial pero, por no saber escribir, el guion terminó en desastre. El problema es que el cineasta Rigoberto Castañeda cumplió con la maldición del cine mexicano que dicta que cuando el guionista también es el director, la película es pésima y eso ha pasado en la mayoría de la filmografía del artista de 51 años de edad.
La película situada en la década de los 70, nos cuenta la historia de María Rebeca García, interpretada por Paulina Gaitán, una enfermera que con una identidad falsa encuentra trabajo en el Hospital General de la Ciudad de México y estará a prueba durante un mes en el turno nocturno en el que supuestamente se aparece el fantasma de «La Planchada», una enfermera que había desvivido a un médico en el pasado. El mito causará alucinaciones en María que se complicarán con los recuerdos de su tormentoso pasado y darán como resultado un fatal desenlace.
Una estrella de cinco. No se dejen engañar como yo que entré a ver la película porque el elenco prometía, pues Tony Dalton y Patricia Reyes Spindola pueden ser interesantes en un estilo de producción de los 70, pero realmente están desperdiciados; ya que sí hay compromiso, si hay entrega en la actuación pero entre que la dirección es torpe y el guion está mal escrito.
Parte de los aciertos de la película es la premisa, una película de terror dentro del área de cuidados de un hospital viejo en la Ciudad de México. El diseño de producción y el cuidado en los detalles pudiera ser otro aspecto a favor de Turno Nocturno.
Lo que falla es el ritmo, que por momentos es lento y los momentos de susto parecen parodias. Fracasó el departamento de efectos especiales, de digitales, de iluminación; en un claro desastre iniciado en el guion.
Si yo hubiera sabido que el director y guionista Rigoberto Castañeda tiene 50 años de edad, y desde el 97 hace películas malas de terror y entre sus proyectos está Kilómetro 31, Diablero y Señora Acero, simplemente no le hubiera dado oportunidad. No se dejen engañar. Esta película luce más como trabajo final universitario, que de un «director y guionista» con 51 años de edad.