Aprovechando los multiversos y que nos hemos familiarizado con el concepto, la productora A24 de la mano de los directores Dan Kwan y Daniel Scheinert nos proponen la historia Todo en todas partes al mismo tiempo, una película con drama, acción, aventura, cursilería, ciencia ficción, comedia, fantasía, filosofía y psicoterapia. Se dieron el tiempo para involucrar tantos géneros, elementos y escenarios en una aventura que podría tratarse del auto perdón y la reflexión del ser.
Todo en todas partes al mismo tiempo nos relata la vida de Evelyn Wang, interpretada por Michelle Yeoh, una madre de familia estresada por su rutina, el pago de impuestos, conflictos con su padre y su probable divorcio. Los problemas llegan al tope y le provocan una experiencia muy similar a un brote psicótico en donde se ve involucrada en una misión de viajes en el multiverso donde deberá aprender habilidades que tienen sus “yo” de otras realidades en donde Evelyn logró culminar alguno de los proyectos que se propuso de joven. Con las habilidades podría derrotar la amenaza que pone en riesgo al multiuniverso y a su vez salvarse de la monotonía de la rutina. Evelyn descubrirá que no hay limitantes para reinventarse, pues como individuos somos tan minúsculos a comparación del todo, que no importa si fracasamos o logramos el éxito.
Probablemente es la película que se toma más en serio y más relajado el tema del multiuniverso, porque en algunas escenas se siente metafórico y profundo el mensaje y en otros momentos hay sarcasmo, ridiculez y comedia en el tratamiento a la historia. Quiero pensar que de origen así fue propuesta la historia a los escritores: Dan Kwan y Daniel Scheinert: una montaña rusa de emociones y momentos que procuran que lo filosófico sean el descanso de tantas escenas de acción. A la película todo le sobra, hasta escenas de acción, talento, guion y tiempo pues dura 2 horas y media, y es difícil de disfrutar para todo el público.
Si advierto que las teorías filosóficas apoyarán a que algunos críticos le den un peso psicológico y de psicoanálisis innecesario. Lo cierto es que nos hace reflexionar sobre las decisiones que hemos tomado y las que ignoramos, seguramente te hará recordar aquellas inquietudes en la niñez o adolescencia, de aquellos negocios que fracasaron, relaciones que rompieron y todo aquello que inicia con el “hubiera”.
Las escenas de acción tienen tanta riqueza y coreografía que se comprende la razón por la que invitaron a Jackie Chan a interpretar al esposo de Evelyn: Waymond Wang, interpretado por Ke Huy Quan que lo hace maravillosamente junto con una de las villanas: Jamie Lee Curtis, interpretando a la funcionaria de la secretaría de hacienda: Deirdre Beaubeirdre. Ambos nos hacen recordar secuencias de Halloween y de Matrix, sobre todo al final de la cinta.
Si hablamos de la villana: Joy Wang, hija de Evelyn, interpretada por: Stephanie Hsu, es hacer la referencia a Red de Disney Pixar en donde los cambios en la adolescencia, la falta de empatía entre madre e hija, la distancia, el amor, el coraje y la rebeldía nos abren camino a diferencias irreconciliables y pleitos que se extrapolan con el multiuniverso. Al plantear este escenario, sabemos que los problemas se resolverán como se hace en familia y toda la complejidad que propone la trama se materializará en un final amable para todo público.
La cinta estadounidense es atrevida y nos muestra una película diferente, que conecta conceptos abstractos de la filosofía y psicología en términos prácticos y populares que cada quien podrá quedarse con la capa de película que más le convenga: con las escenas de acción, los efectos especiales, con la idea del multiuniverso en la vida cotidiana sin súper héroes o con la introspección de Evelyn sobre la nueva ruta que debe seguir su vida.
La película es buena, me agradó, es tan ágil que no deja huecos, pero es tan reiterativa que le sobran escenas de acción. Siendo sincero, no es una cinta que veré seguido, pero en un año tal vez le de otra oportunidad de visitarla y pensar si tuve el valor de tomar una nueva ruta, que al final de cuentas: nada importa.