Pobres generaciones en desgracia, qué sufren de los live action de Disney. Si la nueva versión 2023 de La Sirenita fuera la primera producción cinematográfica del clásico cuento de hadas de 1837, simplemente sería intrascendente y probablemente las canciones no tendrían el mismo impacto que han logrado desde 1989. No es el peor remake que Disney ha hecho de sus propios clásicos, pero está muy lejos de ser entrañable y de aportar algo a las nuevas audiencias.
La Sirenita es la historia de Ariel, interpretada por Halle Bailey, una sirena hija del rey Tritón, interpretado por Javier Bardem, que está fascinada por el mundo de los humanos y quiere pertenecer al mundo de la superficie. En una noche de festejos le salva la vida al príncipe Eric, interpretado por Jonah Hauer-King, lo que provocará que se enamoren y ella busque a su tía, la bruja del mar: Úrsula, interpretada por Melissa McCarthy, que le concederá piernas para lograr el beso de amor del príncipe en tres días. Lo que provocará una disputa entre el Rey y su hermana por el reino de los siete mares, en donde el amor y los sueños de Ariel están en juego.
La historia es muy similar a la que Disney produjo en 1989 en el inicio de la mejor etapa que sentó las bases de lo que hoy es la animación. El trabajo de adaptación es muy limitado, ya que la nueva historia editó y eliminó escenas y diálogos políticamente incorrectos y en esencia, esa es la nueva trama.
Lo nuevo, son tres canciones: una de Halle y otra de Jonah, ambas completamente olvidables e innecesarias para el desarrollo de personajes o de la trama. Tampoco veo que algún espectador salga cantándolas. La única que podría tener impacto es una canción trap interpretada por Sebastián y por Scuttle, interpretados por Daveed Diggs y Awkwafina.
Prácticamente el trabajo de Rob Marshall es la recreación de lo que hizo Ron Clements y John Musker en 1989. Lo mismo ocurre con el guion hecho por los directores y Hans Christian Andersen a finales de los 80.
En la música, hay que hacerle un homenaje a la leyenda Howard Ashman que compuso las canciones de La Sirenita, La Bella y la Bestia y Aladdin. Las nuevas versiones con sus arreglos poco tienen que hacer para competir contra lo que ya existe. Visualmente las propuestas live action se quedan limitadas en contraste con la magia, el color y la alegría de la animación en dos dimensiones.
Muy criticable que la iluminación de las escenas bajo el mar estén oscuras como tratando de ocultar la inversión insuficiente para crear atmósferas y detalles en los escenarios donde Ariel necesita compañía, más peces, más flora y más color. Lamentable la última escena de Javier Bardem como Tritón donde su atuendo luce inverosímil y puede expulsarte de la magia.
La película no es mala, pero eso es gracias a lo que Ron Clements y John Musker hicieron en el 89. La familia se la pasará bien, pero el lugar que se ganó la primera Sirenita, nadie se lo quitará y menos una copia mutilada.