Una mezcla extraña entre lo terrorífico, lo incómodo, el cliché, lo tierno y lo cómico es lo que podemos ver en la nueva adáptación cinematográfica de la novela Cementerio Maldito del autor Stephen King. Tal vez es un remake innecesario pero es un buen referente de cómo retomar obras de culto con respeto y propuesta.
Cementerio Maldito de 2019 es la historia de la obra Cementerio de Animales, publicada en 1983. Louis Creed, interpretado por Jason Clarke, decide mudarse con su familia a Maine, la zona rural de Boston. Su mascota Church muere y en enterrado en un cementerio de animales con poderes místicos que regresa a la vida a los cadáveres con un espíritu maldito. El gato se muestra violento y amenazante y deciden abandonarlo en el bosque pero regresa para provocar un accidente en el que muere Ellie, interpetada por Jeté Laurence, y ante su pérdida el doctor Creed decide regresarla a la vida con el mismo ritual y todo se torna violento y macabro.
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La obra de King ha sido llevada al cine en diversas ocasiones, como el éxito de IT, pero Cementerio tiene 2 ediciones, en 1992 se había hecho una secuela de la entrega de 1989. En esta edición hay una interpretación más libre que no se escapa de los clichés y de lo ya visto en otras películas de terror pero los directores Kevin Kólsch y Dennis Widmyer aportan una atmósfera de incomodidad y de ternura que brinda una experiencia diferente a los sustos incidentales conocidos como jump scares.
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El ritmo es ágil, la película corre sin problemas y las actuaciones son promedio, la historia no tiene pierde y el guión se mantiene atractivo.
Lleven comida o a alguien a quien abrazar porque los gritos están garantizados y el final los dejará emocionados.