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Paul Atreides (Timothée Chalamet) tiene poderes en varios niveles. El primero lo heredará de forma tradicional gracias a su padre, Leto (Oscar Isaac), quien debe administrar el planeta Arrakis, fuente de la sustancia más valiosa del universo, “la especia”.

El segundo, y más importante, lo obtiene gracias a su madre Lady Jessica (Rebeca Ferguson) quien lo entrena para desarrollar habilidades mentales superiores, como la telepatía. Adicional a esto, tiene maestros expertos en armas y espadas, para que desarrolle todas sus capacidades. Paul vive dos realidades, la anterior y la que tiene en sueños, que son las dos narrativas que seguimos durante la película, viajando a dos tiempos, siempre hacia el futuro.

La aventura hacia Arrakis está llena de traiciones, hay muchos en desacuerdo con que Atreides tome el control, sobre todo los oprimidos Fremen, y esto desencadena las secuencias de acción, bien logradas todas (con campos electromagnéticos por persona incluidos), que le dan un poco de agilidad a la película que se toma su tiempo en explicar detalles, lo que nos recuerda que esta es solo la primera parte de la historia. Tanto Isaac como Chalamet están bien en sus roles, pero la película es de Ferguson, que tiene el personaje más interesante; ella le da el toque de misterio y fuerza necesarios, es tierna a ratos y dura cuando se requiere. La mancuerna entre Chalamet y ella es la más disfrutable y entrañable de “Dune”.

Paul va probando su valía como sucesor al poder, y encuentra su propio llamado en el camino. Valió la pena todo el entrenamiento al que fue sometido, porque todas esas habilidades se ponen a prueba; aunque al final, este proceso se ha visto muchas veces antes y el cierre de la película solo se siente como un pase de lista, como una introducción y no una historia completa, no es queja, solo una ligera sensación de insatisfacción, que se queda en segundo término al ver lo espectacular de la producción, que a nivel técnico cumple la promesa que hizo el director de primero dirigir otras películas de acción para poder llegar a esta. Lo aprendido por Villeneuve en “Arrival” (2016) y “Blade Runner 2049” (2017) rinde buen fruto aquí, solo hay que esperar que no se convierta en “otra saga de acción” que pierda el impacto capítulo tras capítulo.

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