El estilo que Michael Bay imprimió a la saga de Transformers en 2007 es lo que ahora Warner Brothers recuperó para retomar la ruta de desarrollo de las historias de DC Cómics. Es explosiva, tiene efectos, acción, recreaciones digitales, golpes y mucha música. Tiene una banda sonora que nunca nos abandona y tal vez el trabajo de Lorne Balfe con su experiencia en Lego Batman, Misión Imposible y Top Gun, tenga más protagonismo que la participación de Pierce Brosnan como Dr Fate.
Black Adam es la historia de origen del antihéroe en el que se convierte Teth Adam interpretado por Dwayne Johnson. El “campeón” malvado predecesor del héroe Shazam, es liberado por unos arqueólogos que buscaban una antigua corona mágica de Eternium. Han pasado de cinco mil años de que Adam fue castigado y sepultado y ahora se enfrentará a dos retos: adaptase a las sociedades actuales y defenderse de la Sociedad de la Justicia que lo considera un riesgo para la humanidad. Al vencerlos y convencerlos deberá enfrentar al diablo Sabbac, interpretado por Marwan Kenzari, que ahora tiene la corona hecha con Eternium, que fue de su ancestro el rey de Kahndaq: Ahk-Ton.
Los aciertos de la película se notan en los efectos especiales. En los primeros 80 minutos se aprecian efectos bien desarrollados, hay una constante cámara lenta que nos permite apreciar detalles en los combates y explosiones. En todo momento nos acompaña una canción de fondo musicalizando la película por lo que el trabajo de Lorne Balfe, responsable de la banda sonora, cobra el protagonismo y peso suficiente de la carga dramática en escena que propicia que la película se sienta ligera y ágil pese a lo repetitivo y hueco del sustento de la historia.
El director Jaume Collet Serra replicó el estilo de Michael Bay y ahora solo vemos explosiones, diálogos breves y la pantalla saturada de acción que desbanca a cualquier intento por darle peso a la historia y al guion en esta historia con inconsistencias serias en el sustento de la historia y la cohesión de los personajes.
La historia le da un peso absurdo a la arqueóloga Adrianna Tomaz:, interpretada por Sarah Shahi, y a su hijo Amon Tomaz, interpretado por Bodhi Sabongui. Torpezas que son el pretexto torpe para permitir que el villano final se haga de la corona llena de magia y se enfrente al antihéroe Black Adam que mostrará su redención.
El caso de la Sociedad de la Justicia, es claro que en la dirección no había interés por proyectar unidad en el equipo deseqiuilibrado en el que el líder Hawkman, interpretado por Aldis Hodge, es torpe y bruto y Dr Fate, interpretado por Pierce Brosnan, en su mayor tiempo de participaciones es gris. Nada que comparar con el Doctor Strange de Benedict Cumberbach. Atom Smasher, interpretado por Noah Centineo, confiesa que es su primera misión y claramente es torpe. Clyclone, de Quintessa Swindell, es intrascendente para la historia.
Lo verdaderamente sobrado, es la actuación, efectos y dirección de las escenas finales en donde los habitantes de Kahndaq se enfrentan contra los esqueletos vivientes de Sabbac.
La película es ágil, es divertida, pero carece de guion e historia, es como si fuera la Rápidos y Furiosos de los Super. Mucha acción y poco sustento que entretiene, pero difícilmente será un referente histriónico. Si lo contrastamos que lo que DC hace en sus películas animadas, se nota que la casa de Batman y Superman no han volteado a ver lo que sus propios animadores ya han hecho con calidad y pasión.