Ernesto EslavaDebo confesar que Aladdin me gustó, la disfruté, es graciosa, apela a la melancolía, tiene efectos especiales interesantes y arriesgados aunque hay secuencias torpes con animaciones mal difenidas o inconclusas. Aunque esperaba más de la banda sonora, la música cumple aunque las nuevas canciones se sienten forzadas. Creo que el guión mejoró pero Disney sigue sin encontrar la cohesión de personajes.
Aladdin nos presenta la historia de un ladrón de buen corazón que ayuda a quienes menos tienen a sobrevivir en Agrabah, un país con problemas de pobreza que se debate entre invadir otros países o hacer alianzas mediante el matrimonio de la princesa Jasmine, interpretada por Naomi Scott. Aladdín, interpretado por Mena Massoud, conocerá a la princesa y eso lo llevará al palacio del sultán en donde Jaffar el avaricioso consultor del sultán, interpretado por Marwan Kenzari, lo secuestrará para llevarlo a la cueva de las maravillas y que rescate la lámpara del genio, interpretado por Will Smith. Aladdin tendrá 3 deseos para cambiar su vida y enfrentará a sus deseos con su corazón para tomar las más sabias decisiones mientras Jaffar tratará de hacerse de los poderes de la lámpara.
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Si Aladdin de 2019 compite contra 1992, pierde Will Smith contra Robin Williams, el talento histriónico, la calidad de vocal y de producción musical superan a los torpes efectos especiales. Aunque la nueva edición tiene un mejor guion, los números musicales estropean los diálogos. Lo más incómodo son dos números musicales de Jasmine en donde se busca dar un mensaje de empoderamiento femenino que se siente forzado.
El ritmo es ágil y los efectos especiales son atrevidos, sobresalen en el montaje de la canción Friend Like Me aunque el número mejor ejecutado es A Whole New World. En la historia y en el guion hay pocos cambios, el riesgo fue bajo y apela a la nostalgia, a mi me funcionó y logró sacar algunas risas. Sé que Aladdin de 2019 es para los niños que encontrarán la misma magia y diversión que yo encontré en 1992.