En tiempos tan complicados como los que actualmente enfrenta Tijuana en materia de seguridad, el arma más poderosa contra la delincuencia que puede tener a su disposición el Gobierno es sin duda alguna la participación ciudadana.
Y es que parece discurso trillado, pero lo cierto es que el ciudadano juega un papel muy importante en cualquier estrategia de seguridad que se implemente para garantizar la tranquilidad de las miles de familias que exigen a regañadientes que se ponga por fin orden a los delitos de alto impacto que hoy aterran a la sociedad.
Mucho depende y usted estimado lector no me dejará mentir, de la voluntad política que en materia de seguridad tengan nuestras autoridades al momento de designar a los mandos policiales y también al dar su visto bueno para que la estrategia sea aplicada.
No es cosa menor, tarea difícil para el gobernante elegir entre muchos perfiles a quien se podría considerar como la persona capaz para recuperar la paz y tranquilidad que desde hace tiempo atrás se perdió en Tijuana, al grado de convertirla en una de las ciudades más violentas no solo de México sino lamentablemente del mundo.
Todo buen asesor de seguridad que se jacte de serlo, deberá saber que evidentemente el centro de la estrategia es el ciudadano, porque precisamente es quien conoce a la perfección cómo se comporta la actividad delincuencial en cada una de las comunidades.
Y hoy más que nunca, ese poder que evidentemente recae en el ciudadano, es el que tanto debe ser el aliado de los gobernantes en Baja California, rezagar a los organismos de la sociedad civil y no hacer nada por presupuestar recursos a la prevención del delito, seguirá siendo por mucho el peor de los fracasos para quien intente avanzar en la difícil tarea de fortalecer la seguridad pública.
Es un reto mayúsculo no contar con recursos federales para poner en marcha programas integrales de prevención del delito que hace más de una década sin duda fueron exitosos en particular en Tijuana.
En aquellos tiempos 2008-2009, el mundo entero volteó a ver a esta noble ciudad fronteriza por estar dando una batalla frontal contra la delincuencia, nunca más volvió a verse a sectores de la población con el pie al frente de la guerra, con el arma más poderosa que tuvieron a su alcance: la oportuna denuncia.
Así fue la efectiva participación y coordinación del Ejército que no tuvo empacho en dar duros golpes siempre coordinados con los tres órdenes de Gobierno, a tal grado que los resultados visibles permitieron el regreso a Tijuana de cientos de empresarios con todo y sus familias que habían huido a San Diego por la intensa ola de secuestros que se registraban en la ciudad.
Aquella estrategia sin duda fue exitosa, los espacios públicos recuperaron su caminar por cada familia que permanecía resguardada por las balaceras que eran el pan de cada día, se recuperó la confianza.
Cada pieza en la estrategia de seguridad contaba en aquel entonces, pero la medular siempre lo fue la participación ciudadana, el resto que tiene que ver con capacitación policial, armamento, patrullas, tecnología de radiocomunicación, salarios policiales, fue un complemento adicional que permitió hacerla aún más efectiva.
Pero se perdió la esencia y también los millones de recursos que en su momento dieron vida a muchos programas sociales enfocados a la prevención del delito, comenzamos a ver poco interés en construir nuevos espacios públicos para la gente y así, cuando vinimos a ver, la situación volvió a recrudecerse en Tijuana.
Valdría mucho la pena que nuestras nuevas autoridades en Baja California, y sobre todo las de esta ciudad fronteriza, sacaran del baúl de los recuerdos lo que se hizo bien, porque aquello que funcionó sin duda pudiera volverlo a hacer, la mejor arma sigue allá afuera y son los ciudadanos. Escríbeme a estrada.maldonado.ismael@gmail.com, ¡Nos leemos pronto!