Es emocionante, es cruda, es fuerte, tiene tantos matices que es dificil decidir si es un musical o un drama. Rocketman tiene una narrativa cómoda, inteligente que conecta con el público y que dimensiona al cantante británico como un artista que se confunde en el camino tras el hostigamiento de sus propios demonios. Simplemente la amarás, es imposible no vibrar con las canciones de Elton Jhon.
Rocketman es la biografía de Reginald Kennet Dwight y su transformación a Elton Jhon, interpretado por Taron Egerton. La historia se concentra en los primeros 36 años de vida del artista británico, pues cuenta los fragmentos más significativos, fuertes, impactantes y traumáticos de su infancia, adolescencia y los retos en una sociedad renuente a aceptar a la comunidad LGBT así como las relaciones más tormentosas que tuvo con su pareja y representante, con su madre y padre y su inseparable letrista Bernie Taupin, interpretado por Jemie Bell, a quien conoció en 1967. Todo revelado en terapia de círculo de ayuda en donde se desahoga y se somete a recuperación por sus adicciones al alcohol, sexo y drogas legales e ilegales.
El actor Taron Egerton merece un gran reconocimiento porque a diferencia de otras películas biográficas, Taron no hizo una imitación de Elton, realmente es una interpretación, es un personaje auténtico dimensional que fluye en una trama que inicia alegre y musical y que atraviesa problemas, retos, alegrías, desamores y frustraciones.
Las caracterizaciones, recreación del ambiente o sea el diseño de producción y los efectos especiales son aplaudibles.
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Después de ver Rocketman, a muchos les podrá quedar en claro cómo se hace una película biográfica, con matices e historia, con un guion que no tiene huecos y que la música es usada como parte de una narrativa y no como un número musical que solo apela a la nostalgia. Rocketman no es un musical, aunque haya montajes y lapsos musicales amplios, es un drama, es una biografía con una narrativa inteligente.
Dexter Fletcher, después de dejar Bohemian Rhapsody demostró la complejidad que puede dominar en un proyecto cinematográfico digno de cualquier colección, festival o sala de exhibición.
Hay buenos momentos, muy atractivos, en montajes musicales con las piezas de Don’t Go Breaking My Heart, Rocket Man, Tiny Dancer y I Want Love aunque el mejor es el medley de Saturday. Sabemos que la película cubre 36 años de la vida de Reginald porque empieza en su infancia y culmina con la recreación del video musical de I’m Sitll Standing de 1983.
El rimo es ágil, no se sienten las 2 horas que dura la película. Hay que advertir que la historia es muy auténtica y hay muestras de cariño, amor y pasión entre Elton y su pareja, por lo que llevar a menores de edad es responsabilidad de los padres de familia y la educación que quieran impartir en casa.
Ya espero que sea 31 que la quiero volver a ver en el cine.