Hace unos días un diputado mencionó que había que “obradorizar” a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. ¿Qué quiso decir con esto? Que quieren cambiar la Constitución para que los ministros y jueces, quienes aplican la ley, sean ahora elegidos a través del voto. 

No preocupa tanto el que quieran cambiar la Constitución, sabemos que es puro show, es puro teatro, saben que no pueden porque no tienen la mayoría que necesitan, entre Morena, Partido Verde y Partido del Trabajo no juntan los votos necesarios, necesitan de los votos de la oposición y esperemos no cedan como ya lo han hecho en el pasado.

Lo más preocupante son dos cosas: primero, el discurso de odio que hay hacia quienes no están de acuerdo con sus acciones. Un discurso de odio es “un discurso ofensivo dirigido a un grupo o individuo y que se basa en características inherentes y que puede poner en peligro la paz social”, no es lo mismo señalar acciones, a querer denostar, agredir y difamar a la persona en particular.

Es reflejo de cobardía e ignorancia, porque digo, nos queda claro que cuando les faltan los argumentos empiezan a querer atacar a la persona, pero desgraciadamente muchos utilizan este discurso de odio hablando con insultos, difamaciones y ofensas directamente hacia una persona y luego según ellos se quieren refugiar en la libertad de expresión, pero hay una línea muy delgada entre señalar actos con pruebas y razonamiento, a estar promoviendo el odio.

El discurso de odio tiene consecuencias, y preocupa que está siendo replicado por gobernadores, legisladores, dirigentes de su partido y seguidores, consecuentando manifestaciones en donde ponen la cara de los ministros en tumbas, acciones que saben perfectamente que el día de mañana en un acto de fervor pueden terminar en tragedias. 

Y segundo, inventar y utilizar este tipo de términos como “obradorizar” sólo refleja el tipo de política que seguimos permitiendo en nuestro país. Eso y seguir diciendo frases como “es la hora que usted quiera”, “lo que usted diga diputado, senador, gobernador, presidente” o permitir que se nos siga viendo hacia abajo, es lo mismo. Dejemos de idealizar a los políticos, ni el actual presidente, ni ningún otro político de ningún partido debemos de creerle sin cuestionar. No es lo mismo ser educado y tratar con respeto, a someterse y besar los pies de los que están en el poder.

Utilizan el término “obradorizar” como si fuera el único camino correcto para cambiar la Constitución, y si la quieren cambiar, adelante, no dudamos existan muchas cosas que se deben de modificar, pero la Constitución es de todos los mexicanos, no de un grupo que como cualquier otro partido, está de paso en el poder.

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