La fiebre, también conocida como calentura o hipertermia, se manifiesta con el incremento de la temperatura corporal por encima de 37°C, situación que requiere atención médica. Es importante monitorear la temperatura de los niños a fin de evitar problemas cerebrales.
Hay varias formas de tomar la temperatura: bajo el brazo, en la boca, en el oído o en el recto. Lo importante es saber que algo no está bien cuando es superior a los 37.5°C. Un error común es tratar de apreciar la temperatura con un beso en la frente o tocando levemente la piel; para conocer con exactitud la temperatura, es indispensable utilizar un termómetro.
Las infecciones por virus o bacterias son la causa más común de fiebre en los niños, generalmente no son graves; pero sí es fundamental saber qué la originó para contrarrestarla. Entre los padecimientos virales que la provocan, se encuentran la gripe, resfriado común, hepatitis y enfermedades exantemáticas; como sarampión, rubéola y varicela, entre muchas otras.
El daño cerebral a causa de la fiebre no suele ocurrir a menos que una persona presente una temperatura de 42°C por un largo período, sin embargo; es necesario que los padres de familia vigilen al infante para evitar que esta condición se haga presente.
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El principal objetivo de controlar la fiebre es lograr que el niño esté cómodo, si no se aprecia otro problema, se deben adoptar medidas como mantener la habitación sin corrientes de aire, cuanta más fiebre tenga el niño, menos ropa debe llevar, de preferencia dejarlo en pañal o con una prenda ligera.
Se deben colocar paños humedecidos en agua tibia en la cabeza y el tronco hasta que la temperatura baje a menos de 38°C, no use alcohol ni hielo. Lo ideal es darle un baño en agua tibia de entre 20 y 45 minutos.
Resulta indispensable ofrecerle agua, sopa o gelatina, para evitar la deshidratación, debido a que la fiebre provoca una rápida pérdida de líquidos.
Es vital ofrecer alimentos y líquidos y permitir que el afectado los consuma en la medida que le apetezca (en cantidades razonables) y no obligarlo, porque se corre el riesgo de provocar vómito.
Si se encuentra decaído y la temperatura superó los niveles antes descritos, se debe acudir a los servicios de urgencias del IMSS para que se proceda a nivelar la temperatura del menor.
La automedicación en los menores puede exponerlos a intoxicaciones, ya que es común que se les apliquen dosis no recomendadas de acuerdo a la edad, peso y talla.