El cáncer de próstata es una enfermedad que aparece comúnmente a partir de los 50 años y su pico máximo es después de los 65 años. A nivel mundial es la segunda causa de cáncer y la quinta causa de muerte por cáncer en hombres. En México en cuanto a la incidencia de nuevos casos se localiza en el cuarto lugar por atrás del cáncer de mama, pulmón, colon y recto.
“Desgraciadamente el problema principal que tenemos en México es que el 70% de los pacientes que se les detecta esta enfermedad la tienen muy avanzada, por ello el número de muertes ocupa el segundo lugar, solo por detrás del cáncer de mama y quizá por el subregistro haya más muertes en hombres”
En México el gran problema que existe es una cantidad de mitos, prejuicios, la idiosincrasia del mexicano, hace muy difícil que el hombre después de los 45 años acuda a una revisión médica, mucho menos a una prostática, tan solo el 2.5% de la población mexicana acude a una revisión prostática, de ahí las estadísticas en números rojos.
“Por ello a nivel mundial se iniciaron movimientos para concientizar sobre la detección temprana, como en Sidney con “Movember” en el año 2003 y aquí en México con “Bigote con causa” donde Pro Oncavi lleva la batuta desde el año 2013, diseñado campañas informativas para hacer conciencia y romper tabúes con respecto a la masculinidad del hombre”
El cáncer de próstata es un tumor maligno en la glándula prostática que en sus etapas iniciales no presenta síntomas específicos, de ahí la importancia que los hombres después de los 40 años se realicen prueba del antígeno prostático a través de una muestra de sangre, más si tienen antecedentes familiares con la enfermedad. Los síntomas en etapas avanzadas son: flujo de orina débil o interrumpido, ganas repentinas de orinar y aumento de la frecuencia, dificultad para iniciar el flujo de orina y para vaciar la vejiga por completo, dolor o ardor al orinar, dificultad para tener una erección, presencia de sangre en la orina o el semen y dolor de espalda, las caderas o la pelvis, que no desaparece.
La herramienta más utilizada para la determinación temprana es la medición en sangre del antígeno prostático específico (más conocido como PSA). Pero como los niveles normales del PSA varían según la edad y otras afecciones, y pueden elevarse incluso en condiciones benignas como la hiperplasia prostática (agrandamiento de la próstata), un aumento del PSA no significa necesariamente la presencia de cáncer. El médico especialista (urólogo y oncólogo) podrá complementar la evaluación con un examen físico y, eventualmente, con un estudio por imágenes. El diagnóstico definitivo será dado por una biopsia, en la que se extrae una muestra de tejido para su análisis. En la actualidad hay considerables avances en la capacidad de determinar la localización precisa del tumor dentro de la próstata y también de su extensión, tanto a nivel local como regional. Tecnologías como la resonancia magnética nuclear y el PET TC con galio 68 o el estudio PSMA permiten una evaluación más correcta de la situación.
“La semana pasada se llevó a cabo uno de los eventos más importantes de oncología en el mundo, la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica a la que asistimos y donde pudimos ver como con información más precisa y la capacidad que en la actualidad nos da la genética de predecir el comportamiento tumoral y la respuesta a los tratamientos, estamos entrando en una era sin precedentes de la medicina de precisión en el cáncer de próstata”.
Es importante recordar que para la reducción de riesgos se debe disminuir el consumo de alcohol, carnes rojas o productos lácteos, mantener un peso saludable, aumentar el consumo de productos vegetales como frutas y verduras y hacer ejercicio al menos 30 minutos al día. “de hecho en un estudio reciente de la Universidad de Loma Linda Health se recomienda a los hombres disminuir el consumo de leche ya que quienes consumen 1 y tres cuartos de tazas de leche o más diariamente, enfrentan un riesgo un 25 por ciento mayor de padecer cáncer de próstata en comparación con los hombres que sólo consumen media taza de leche a la semana”.