Van a llorar de felicidad, habrá tristeza y esperanza, en esta película que retrata uno de los más emotivos momentos de la Segunda Guerra Mundial, el rescate de 669 niños judíos desde República Checa hasta Inglaterra mediante el tren de pasajeros, con una estrategia encabezada por el empresario Nicholas Winton, interpretado magistralmente por Anthony Hopkins.
En Lazos de Vida, retratan el momento en el que el banquero británico Nicholas Winton es homenajeado en el programa That´s Life, de la BBC de Londres en 1988, por haber salvado a 669 niños judíos de un futuro fatal por la intervención de Alemania en la República Checa durante la segunda guerra mundial. El emotivo momento nos llevará al viaje que hace Winton en su juventud a Praga, donde descubre la persecución hacia las familias judías y decide crear una estrategia con su red de apoyo para que los ingleses adopten a niños y así legalmente poder trasladarlos mediante trenes que atravesarán Alemania, Polonia y Países Bajos. Winton logra 8 corridas con éxito, pero la novena con 250 niños fracasa y eso lo sumerge en una culpa que ocultó por medio siglo hasta que su esposa descubre el libro en el que detalla el asombroso rescate.
Es imperdible, es fácil que las actuaciones estremezcan, que la historia sea sensible para cualquiera ya que apela a la solidaridad, compasión y a la empatía. 4.5 de cinco estrellas, es una película obligada, por su peso histórico y por su valor literario en la adaptación del guion basado en el libro One Life de Barbara Winton con los guionistas: Nick Drake y Lucinda Coxon, a quien conocimos en el guion de La Chica Danesa de 2015.
En Lazos de Vida, basta con ver los videos originales de la BBC, sobre el homenaje a Winton para emocionarnos sobre su hazaña; pero el perfil que interpreta Anthony Hopkins bajo la dirección de James Hawes, construyen un perfil altruista y que privilegia el bien común y el sentido de la justicia, evitando el reconocimiento público.
A Nicholas lo conocemos por sus actos, por su preocupación por rescatar a vidas inocentes, por reaccionar ante una injusticia social difícil de comprender como la del líder alemán Adolfo H. De por si, tenemos un gran villano, Winton resulta un gran héroe que prefería el anonimato hasta que es descubierta su hazaña por una libreta de recortes que lo anclaba a la culpa de los niños que no logró rescatar, que psicológicamente lo mantuvieron en duros juicios hacia sí mismo.
La fotografía cumple muy bien con la narrativa. Aunque la intención nunca fue retratar la época, los planos cerrados, las escenografías en interiores, aportan más al suspenso y drama que a la carga histórica. Incluso, el hecho de que nunca vemos al villano, a líder alemán, aporta porque el obstáculo se siente en todas partes y latente de acechar en cualquier momento.
Aunque el final es retratado desde los avances, desde el inicio de la película o desde cualquier búsqueda de internet; lo interesante es la construcción dramática de la trama y de cada personaje que tiene una carga de simbolismos que es fácil conectar y sensibilizarse en este inevitable equilibrio entre tragedia de la pérdida y la alegría del rescate y la gratitud.