La película Heroico es un ejemplo en tres aspectos: en reconocer que hay muchas historias crudas qué se pueden contar sobre la realidad de nuestro país, solo hace falta talento y sensibilidad en el guion y la dirección. También es un claro ejemplo de que la edición, el ritmo, la dirección y el guion pueden desarrollar una historia con actores con poca experiencia. Y en el corazón que se le debe poner en cada película, y que hace mucho no se veía en el cine mexicano.
Heroico es la historia de Luis, interpretado por Santiago Sandoval, un joven de origen náhuatl que se inscribe en el Colegio Militar para formarse como soldado mexicano, encontrar un mejor futuro entre las fuerzas armadas y así contar con la asistencia médica para ayudar a su madre y atender sus enfermedades. Luis descubrirá los vicios y abusos del poder por parte de su superior inmediato, el sargento Eugenio Sierra, interpretado por Fernando Cuautle, que mostrará su lado sociópata mediante la crueldad, frialdad y corrupción que se necesitan para sobrevivir dentro del ejército.
Siendo honestos, Heroico no es para todo público. La película tiene escenas fuertes, al menos dos que pueden impactar a cualquiera. Es violenta, es cruda, es fría, pero es una gran y fuerte historia que merece un reconocimiento por la originalidad de la trama y del guion que supuestamente está basado en hechos reales.
El director y guionista David Zonana muestra una técnica en la narrativa en la que apreciamos escenas cortas que en secuencia nos cuentan una historia y nos dimensionan en la problemática en la que viven nuestros personajes. Rápido conocemos sus motivaciones y la evolución de cada cadete al someterse a juegos, torturas físicas y psicológicas. La historia es sumamente difícil, y Zonana logra trasmitir, explicar y cautivar. Incluso en los encuadres, ubica al espectador en lugares como testigos y cómplices de cada misión.
David hizo la tarea e investigó y se nota en cada diálogo, en los movimientos y en las dinámicas de los cadetes y los superiores. Ese trabajo de preproducción se nota y luce.
La belleza del Centro Ceremonial Otomí en el Estado de México prácticamente es otro personaje que dimensiona la historia. Lo prehispánico del lugar y su vegetación contrasta al pasado con el presente. Nos revela que es un problema vigente que ha existido desde los orígenes de las fuerzas armadas en el país y a la vez nos ubica en la idiosincrasia mexicana del sacrificio.
Para verla se requieren ganas y energía de apreciar una historia repugnante, que nos puede llenar de impotencia ante la impunidad. Es una película necesaria para visibilizar una realidad que debería de cambiar socialmente. Es difícil pensar que alguien requiere de ser sometido, humillado y torturado como parte de su formación profesional a pesar de que sea un soldado que tenga adiestramiento para quitar la vida y obedecer órdenes. Se comprende la razón de las polémicas que ha propiciado, pero en verdad es imperdible. Da orgullo que en México se puedan producir películas con calidad.