Las imágenes me acercaron a la película Hambre, un melodrama recientemente estrenado en la plataforma de Netflix. Pero esta película tailandesa tiene más técnica que fondo y termina por desaprovechar el talento actoral y la técnica cinematográfica que se aprecia en una cinta entretenida que no demanda tanta atención para comprenderla.
Hambre es la historia de Aoy, interpretada por Chuitimon Chuengcharoensukying, una cocinera que lleva el negocio familiar en la venta de fideos en un modesto restaurante de barrio en Tailandia. Aoy aprovecha la oportunidad de cocinar para el famoso chef Paul, interpretado por Nopachai Chaiyanam, en una relación que se complicará en rivalidad cuando Aoy busque su propia fama como cocinera y cuestione la ética y métodos de Paul.
La fotografía y la edición destacan en la película. La iluminación es la adecuada, los detalles en la comida, se aprecia la calidad de los alimentos y de las técnicas de cocina que se gozan con el uso del fuego. Está muy bien retratada y editada la película y el ritmo podría proyectar la sensación de que estamos ante una película bien contada.
Los actores logran construir la personalidad egocéntrica, violenta y narcisista que le dan forma a los chefs Paul y Aoy. De hecho, todos se encuentran en el tono de melodrama y combina con los valores de producción. En la forma y en la técnica, el director Sitisiri Mongkolsiri logra aprovechar los recursos que tuvo a la mano.
Lo débil de la película se encuentra en el guion de Kondej Jaturanrasamee que escribió una trama con personajes sin motivaciones, con interacciones básicas y carentes de estructura e inteligencia emocional. Prácticamente en cada diálogo se interactúa desde el reproche clásico del melodrama de telenovela y no se explora ni profundiza en los problemas que enfrentan quienes aparecen en escena. La trama es tan básica que alimenta el estereotipo de la maldad de los avariciosos ricos y de la bondad de la clase trabajadora y humildad de los pobres.
Los primeros 20 minutos son interesantes porque presentan una película dramática fuerte con una premisa interesante que no se sostiene y termina en el melodrama cursi, con final de moraleja.