¿Recuerdan el famoso y polémico aeropuerto de Texcoco? Aquel que hasta el cansancio el presidente de la república tachó de múltiples actos de corrupción y que canceló a través de la disque consulta popular. Pues ahora al aeropuerto que él comenzó para reemplazarlo, al aeropuerto de Santa Lucía, le encontraron actos de corrupción.
Aquí hay varios puntos qué destacar, para empezar, al día de hoy, después de tres años de estar en poder, el actual gobierno no ha encontrado ninguna evidencia de corrupción del aeropuerto de Texcoco, o por algún pacto no la ha querido revelar, y no se que sea peor. Utilizaron un proyecto sólo para conseguir votos, terminaron con él y empeoraron la situación.
El aeropuerto de Santa Lucía está tan mal diseñado, que aún así los problemas de saturación de vuelos, una de las aerolíneas más grandes rechaza el aterrizar ahí, casi casi prefieren perder dinero a tener qué utilizar ese aeropuerto. Además, hicieron un rediseño aéreo que genera una elevada posibilidad de un accidente aéreo, dejando en riesgo a pasajeros de aviones y millones de habitantes en más de 150 colonias del Valle de México.
En la construcción del aeropuerto, recientes investigaciones generadas por LatinUs revelaron empresas fantasma y sociedades investigadas por desvío de recursos. Les encanta hablar de que los empresarios son corruptos, pero se convirtieron en algo peor, las empresas fantasma muchas veces son creadas por los mismos políticos y ni siquiera tienen que ver ahí los empresarios. Y al muchas veces no saber del rubro, al ser empresas creadas sólo para ciertos proyectos para poder desviar dinero de las personas, terminan haciendo obras de pésima calidad que pueden terminar en tragedias como la línea doce. Y ahí, no nada más se convierten en corruptos, sino también en asesinos.
De los contratos que se han realizado para el aeropuerto, siete de cada diez han sido entregados por adjudicación directa, y el resto se dió nada más invitando a tres personas. Cuando se va a hacer una obra pública (un puente, una carretera, un hospital público, un aeropuerto en este caso, etc), se contratan empresas privadas para realizarlo.
El escenario ideal es que para elegir a la empresa que se va a encargar de la obra sea por medio de una licitación, en pocas palabras, se abre una convocatoria, varias empresas participan y se elige a la mejor, y aquí no nada más se contrataron empresas fantasma, o sea empresas que no existen, sino acudieron a una de las maneras más corruptas que hay de construir obra pública, que es mediante privilegios, cerrando la invitación a participar sólo a quienes ellos quieren o entregando directamente sin ningún proceso.
Y no se trata de estar en contra de un gobierno, eso no nos conviene a nadie, pero sí de ser objetivos, de ver la realidad y no los cuentos que nos presentan. Sean del partido que sean, la exigencia debe de ser la misma, porque no se trata de decir que todos son iguales y ahí se acabó, se trata de que si las personas los dejamos, las mañas seguirán siendo las mismas. El aeropuerto de Santa Lucía es un claro ejemplo de que cuando nos dejamos llevar por el circo político sin analizar y cuestionar, los que terminamos haciendo el show somos las personas, y los políticos de espectadores riéndose de los resultados.