En política nada es lo que parece y todo cambia, frecuentemente para seguir igual.  En tiempos de aquel PRI omnipotente, las formas se guardaban celosamente y se respetaban los acuerdos y las reglas no escritas.  No podemos decir ahora que esas formas nos hayan dejado puras cosas buenas, solo algunas, pero ese sería tema de otro análisis.

En la versión actual de aquel PRI, este engendro de raíces tricolores que se hace llamar la ‘Cuarta Transformación’, se atiende como nunca a los sectores olvidados.  Regalan ahora entre los necesitados el dinero que antes servía para engordar las cuentas de los funcionarios públicos.  Esa única y contundente diferencia, es lo que mantiene a la fecha el firme respaldo popular para el presidente.  Sus fieles seguidores ven esta acción como la generosa respuesta de un gobierno del pueblo, responsable y honesto.  Y, aunque no parecen ver más allá de sus narices, tienen algo de razón.  Por fin el apoyo que reciben del gobierno es tangible.

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Sin embargo y a pesar de toda esa ayuda social, la economía no despega, escasea el empleo, la inflación crece mes tras mes, la industria petrolera está quebrada, no hay obras relevantes de infraestructura (aparte de las muy cuestionadas del tren, la refinería y el aeropuerto, que son más un capricho presidencial que parte de un plan maestro de desarrollo).  La vacunación avanza lentamente, cae el nivel educativo, la violencia que ejercen los grupos criminales campea a lo largo y ancho del territorio nacional y, para colmo, se desmorona la única línea del Metro capitalino que ellos construyeron, por evidentes fallas en su diseño, construcción y mantenimiento.

No, las cosas no andan bien y la ruta que llevamos no augura algo mejor.  La 4T goza exasperando a las clases pudientes, que ven comprometido su nivel de vida y sus aspiraciones, pero la incapacidad para construir un gobierno eficiente y las mal concebidas políticas de austeridad, están actuando directamente en contra de aquellos a quienes dicen favorecer.  Es triste ver entre ciertos grupos sociales que priva el resentimiento por encima del amor propio.  O dígame Usted si es razonable celebrar la expropiación de un club deportivo, mientras faltan los medicamentos oncológicos para mujeres y niños.

En estas circunstancias, el problema más grave parece ser la ausencia de equilibrios, el Poder Ejecutivo tiene sometidos a los otros dos, la oposición política está pulverizada y ausentes los líderes.

Por el momento y, a reserva de lo que resulte de los comicios del 6 de junio, no queda otra que seguir cuidando de nuestra salud, conservar el empleo y salir a votar, por quién guste, que no cuesta nada y puede servir de mucho.

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