¡Por fin despertó Cuba!  Este domingo miles de cubanos se despojaron del miedo y salieron a las calles a manifestarse en contra del régimen que los ha mantenido en miseria y sin libertad durante más de 60 años; cambiando el viejo lema revolucionario de “Patria o muerte”, por un nuevo grito de “¡Patria y vida!”.

Entiendo que siempre que se habla de Cuba las opiniones se polarizan, nunca nos pondremos de acuerdo.  Los admiradores de Fidel Castro defienden a capa y espada el supuesto triunfo de un pueblo contra el imperialismo yanqui, que son más las cosas positivas que las negativas. 

Lo cierto es que los cubanos han soportado todo en seis décadas de dictadura.  Aún reconociendo que su población recibe una educación de calidad y su sistema de salud es mejor que el de muchos países de Latinoamérica, Cuba produce pocos bienes y el turismo no ha sido suficiente para aspirar al desarrollo económico.  Por otra parte, el bloqueo aplicado por Estados Unidos durante más de veinte años le ha hecho más daño a la sociedad cubana que al gobierno, y el apoyo que algún día les prodigó la extinta Unión Soviética prácticamente desapareció con su caída, en 1989.  Quedaron a la deriva, en medio del mar Caribe.

La historia de la Revolución cubana, que llevó al poder a Fidel Castro en 1959, es tan anacrónica que hasta los que todavía hoy se dicen comunistas, han dejado de usarla como referencia, con excepción claro, del gobierno venezolano y algunos trasnochados insertados en el actual sistema político mexicano.

Hace algunos años tuve la oportunidad de vacacionar por unos días en la isla.  La Habana es una ciudad hermosa, que aún conserva el señorío de mejores tiempos, pero muy descuidada; hay zonas donde los edificios literalmente se desmoronan por el paso del tiempo y el nulo mantenimiento.  El tiempo se detuvo después del triunfo de la revolución. 

Fue una experiencia ilustrativa.  A pesar de su situación, los cubanos son gente alegre, educada, amable, pero temerosos y, muchos de ellos, resignados.  Varias generaciones no conocen otra cosa que no sea la dictadura.  Los cubanos hablan siempre con miedo, en voz baja, cuando se les pregunta algo relacionado con su sistema, su libertad y la vida que les permiten tener. 

Quienes pudieron salir de Cuba, con el dolor de dejar atrás Patria, familia y amigos, han estado siempre en contra del régimen autoritario de Fidel, prolongado por su hermano Raúl y ahora por Díaz-Canel.  La mayoría se asentaron en la Florida, donde han desarrollado una buena vida e influencia real en sociedad y gobierno, pero nunca han dejado de añorar su país.  Todos ellos estarán felices ahora, al ver este brote de valor y dignidad, de un pueblo que no necesariamente quiere el capitalismo, solo busca libertad, democracia y salir de la pobreza.

Esperemos que, en esta ocasión, los cubanos puedan definir su futuro y que el movimiento no sea apagado por la fuerza, argumentando -como suele ocurrir- que se trata de un pequeño grupo, que no representa el sentir del pueblo cubano.  Todo tiene un límite y parece que al fin Cuba llegó a ese punto. 

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