Hay pocas películas mexicanas que logran un alto nivel de suspenso como lo logró Confesiones, el más reciente proyecto de Carlos Carrera que se concentró en un thriller psicológico para hacer sufrir a la audiencia por dos horas en una dinámica llena de mentiras y brutalidad. Es una película que no es para todo el público, ya que genera tensión y ansiedad ante la brutalidad de algunas escenas o descripciones.
Confesiones es la dinámica en la que se ve involucrada una familia adinerada mexicana que es extorsionada por un secuestrador, que, a cambio de la vida de la hija menor, exige que cada integrante revele su más oscuro secreto y a cambio recibirán un castigo acorde a la atrocidad que confiesan. Lo que intriga a la familia es que el secuestrador ya sabe los peores secretos de la familia y presionará para llegar a brutales y humillantes castigos.
El suspenso hace sufrir, hay muy poca empatía en la dinámica del juego psicológico. El guion de Alberto Chimal es muy predecible, pero es interesante en su ejecución por el grado actoral de Claudia Ramírez, Luis Gnecco y Emilio Treviño que interpretan a la familia sometida al juego del secuestrador. Incluso el villano, interpretado por Juan Manuel Bernal, demuestra un gran nivel actoral que es difícil decidir quién es el mejor actor en la trama, aunque la transformación final de Luis Gnecco es fuerte y sorprendente.
En la historia, hay tensión, hay un equilibrio en el protagonismo de cada personaje. Hay escenas en las que el villano es protagonista y eso lo logra un guion sencillo, predecible pero bien escrito y ejecutado de una historia que supuestamente ocurre en ocho horas de la vida de nuestros protagonistas.
El gran mérito de Carlos Carrera es la dirección de un guion simple y lineal con un elenco de menos de diez actores, con cuatro personajes siempre en pantalla, con locaciones limitadas y haciendo uso de la imaginación del público con las narraciones de las confesiones de los implicados. Incluso, los mismos valores son los que se podrían resaltar en la capacidad actoral del elenco protagonista.
Por momentos, Confesiones parece un homenaje a la serie televisiva Hora Marcada, pero claramente hay una evolución y referencias directas a lo que Carrera ha hecho en su trayectoria como director de cine.
Es fuerte, es violenta, es gore, es digna representante del thriller psicológico que puede tener espacio en cualquier comunidad latinoamericana. No es fácil de ver, tampoco de revisitar, sí es recomendable pero bajo la premisa de que Confesiones es para sufrir.