La crítica y el humor de Babylon en sus primeras dos horas es una refrescante y ágil propuesta para quienes quieren encontrar una nueva narrativa de los excesos en Hollywood de los 20 y 30 cuando llegó el sonido al cine. Con la agilidad la Whiplash y las coreografías de La la land, Damien Chazelle demuestra que su técnica es impecable en producción.
Babylon nos cuenta al menos cuatro historias que se entrelazan durante la transición del cine mudo a la llegada del sonido en las producciones hollywoodenses, mostrando los excesos, la sexualización, abusos y la frivolidad de la industria en la década de los 20 y 30 en California. El actor Jack Conrad, interpretado por Brad Pitt, tratará de mantenerse vigente en el cine que ahora exige diálogos y escenas más complejas; la joven actriz Nellie LaRoy , interpretada por Margot Robbie, buscará evolucionar y dejar de ser solo un símbolo sexual del cine mudo que logró la fama de manera circunstancial; el productor Manny Torres, interpretado por el mexicano Diego Calva, buscará crecer a pesar de estar cegado por el amor luego de pasar de ser asistente de producción a un productor enamorado de LaRoy; y el músico Sidney Palmer, interpretado por Jovan Adepo, que será discriminado por su color de piel.
La película es ágil, Chazelle demuestra que tiene buen manejo de cámara y de dirección. Por momento hace referencia a sus películas anteriores. Aunque Babylon no es un musical, las coreografías, el manejo de cámara y la edición nos llevan a una experiencia ágil para contar una historia simple pero con grandes secuencias y subtramas que nos muestran la pasión de la producción cinematográfica, la pasión de los actores y productores así como sus vidas excéntricas con los excesos para organizar fiestas en California.
Margot Robbie repite en interpretar a un personaje cuya principal característica es el desequilibrio mental y tal vez eso la encasilla en un estado cómodo de verla como la payasa Harley Queen de DC Comics. El papel lo desarrolla con los tonos y la convicción suficiente para reconocer que es la mejor en la película y que en ella se concentra el epicentro de la mayoría de las desgracias de la trama.
El humor negro es el ingrediente principal de la historia, el guion se toma libertades para colocar crítica social con sátira, sarcasmo y exageración. En un momento vemos ocho veces la repetición de una escena en una producción de cine sonoro protagonizada por LaRoy, todo para caer en el chiste de la muerte absurda de un camarógrafo asfixiado en una cabina sin ventilación. En ese momento, Chazelle tuvo que parar con la comedia.
La última hora, en específico cuando aparece el personaje de James McKay, interpretado por Tobey Maguire, es cuando la película se pierde en tono, en ritmo, en ambiente y hasta parece que cambió de director o que estamos en otra película donde la trama se vuelve predecible, grotesca y hasta melosa. Perdió el encanto y la sorpresa de la propuesta atrevida con la que empezó Babylon como una crítica de humor negro. Ese tramo de lo pueden ahorrar.
Probablemente sea el detalle incómodo de la película que sabe a error, Chazelle también es el guionista y como siempre he pensado: cuando el director es el guionista y no hay una cooperación ni retroalimentación con otros profesionales, es cuando aumenta el riesgo de que la historia no termine bien. En esta ocasión, la última hora se perdió.
La experiencia es muy buena, solo por dos horas. Se disfruta pero difícilmente volveré a visitar Babylon.